El proceso de tueste y la comercialización pueden representar hasta el 90% del precio final del café, mientras que los agricultores, quienes realizan el trabajo más arduo en su cultivo y cosecha, reciben apenas un 2.5% del valor total. Esta disparidad refleja las profundas desigualdades en la cadena de valor del café, donde los pequeños productores enfrentan márgenes de ganancia mínimos en contraste con los eslabones finales de la industria.