La Convención tiene como objetivo fundamental combatir la desertificación y mitigar los efectos de la sequía a través de medidas eficaces a nivel nacional e internacional, reconoce la desertificación como un problema de significativa importancia global que afecta la sostenibilidad ambiental, económica y social de las comunidades en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas. El plan de acción de la convención se basa en un enfoque integrado que combina políticas de gestión sostenible de la tierra con estrategias de desarrollo y participación comunitaria. Las líneas de acción incluyen la promoción de tecnologías apropiadas para el uso sostenible de tierras y recursos hídricos, fortalecimiento de capacidades institucionales y comunitarias, y la creación de mecanismos de financiamiento que aseguren recursos suficientes para implementar estrategias de lucha contra la desertificación.