El nuevo informe sobre el Global Hunger Index muestra que el progreso mundial contra el hambre se ha estancado y lo más probable es que la situación empeore ante el actual aluvión de crisis mundiales superpuestas –conflictos, cambio climático y consecuencias económicas de la pandemia del COVID-19-. Son crisis que se suman a factores subyacentes como la pobreza, la desigualdad, la gobernanza inadecuada, las infraestructuras deficientes y la baja productividad agrícola, que contribuyen al hambre crónica y a la vulnerabilidad.