Este estudio evaluó durante siete años, la implementación de prácticas de agricultura climáticamente inteligente (ACI) dentro de un sistema agrícola integrado (SAI) de cultivo y ganadería en una isla tropical húmeda. Se demostró que estas prácticas, como la diversificación de cultivos, el uso de camas elevadas, la rotación de cultivos, el abono verde, la recolección de agua de lluvia y el manejo sostenible del suelo, no solo aumentaron significativamente la productividad (de 2,8 a 35,6 toneladas por hectárea) y los ingresos netos de los pequeños productores, sino que también mejoraron la sostenibilidad del sistema y contribuyeron a mitigar el cambio climático mediante la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y el aumento del secuestro de carbono. Los resultados respaldan al SAI como una estrategia eficaz para fortalecer la seguridad alimentaria y la resiliencia de los pequeños agricultores frente a los efectos del cambio climático.