Las dietas saludables promueven la salud, el crecimiento y el desarrollo, apoyan estilos de vida activos, previenen deficiencias y excesos de nutrientes, enfermedades transmisibles y no transmisibles (ENT), enfermedades transmitidas por alimentos, y fomentan el bienestar. El papel fundamental de las dietas en la prevención de todas las formas de malnutrición, en la promoción de la salud y en la prevención de enfermedades, así como las interconexiones entre la producción de alimentos, las dietas y el medio ambiente, nunca han sido más evidentes. Con esta creciente importancia en la literatura científica y los medios de comunicación, han surgido una variedad de definiciones y perspectivas sobre qué constituyen las dietas saludables y cómo pueden lograrse, mientras se protege el medio ambiente. La atención se ha centrado en el sistema agroalimentario y en las formas en que este puede y debe transformarse para contribuir a los compromisos de erradicar el hambre y todas las formas de malnutrición, elevar los niveles de salud humana y proteger y restaurar el medio ambiente. Sin embargo, la falta de consenso sobre qué constituye una dieta saludable puede socavar los avances y la continuidad de los esfuerzos para alcanzarlas. Para acelerar el progreso hacia el cumplimiento de estos compromisos interconectados, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han formulado principios sobre qué constituye una dieta saludable. Estos principios, se basan en directrices y otros elementos normativos desarrollados por ambas organizaciones. Por lo tanto, múltiples patrones dietéticos que cumplan con estos principios, y en los cuales los alimentos sean seguros, pueden definirse como patrones dietéticos saludables.