El estudio aborda la creciente importancia de comprender cómo los sistemas alimentarios responden a crisis y su impacto en la seguridad alimentaria. Los autores presentan un marco analítico para medir la resiliencia de los sistemas alimentarios a nivel local, considerando tanto el nivel individual de los actores como las propiedades emergentes del sistema en su conjunto. Proponen tres componentes principales: mapeo de los actores del sistema alimentario, evaluación de la resiliencia de estos actores y sus sistemas, y los resultados en términos de seguridad alimentaria. Se discuten indicadores para cada componente y cómo recolectar estos datos, además de la importancia de analizar las respuestas de los actores a las crisis, incluidas las estrategias de adaptación y mitigación. El marco también señala que la resiliencia del sistema alimentario se forma tanto a nivel individual como a nivel del sistema y destaca la importancia de medir las propiedades emergentes como la conectividad y la diversidad. Aunque proporciona una base metodológica sólida, el estudio también reconoce los desafíos y las limitaciones, como la dificultad para evaluar impactos a largo plazo y para medir la resiliencia a nivel nacional o global. Los autores concluyen que este marco puede ayudar a guiar intervenciones y políticas para mejorar la resiliencia alimentaria, aunque enfatizan que cada contexto requerirá ajustes específicos.