Los sistemas agroalimentarios están intrínsecamente ligados al cambio climático y son especialmente vulnerables a sus efectos. Cada año se pierden cientos de miles de millones de dólares de producción agrícola y ganadera debido a catástrofes, lo que socava los avances en desarrollo y los medios de subsistencia de los agricultores que tanto ha costado conseguir. Al mismo tiempo, los sistemas agroalimentarios contribuyen sustancialmente a las emisiones. Como tales, los sistemas agroalimentarios deben desempeñar un papel central a la hora de aportar soluciones al cambio climático -tanto de adaptación como de mitigación-, satisfaciendo al mismo tiempo las necesidades de seguridad alimentaria de las generaciones presentes y futuras.