El Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes, adoptado el 22 de mayo de 2001, tiene como principal objetivo proteger la salud humana y el medio ambiente de los contaminantes orgánicos persistentes. Estos contaminantes se caracterizan por su persistencia, su capacidad de bioacumulación y su transporte a través de largas distancias, lo que los hace presentes en regiones alejadas de su fuente original de liberación. El convenio reconoce la necesidad de una acción global debido a la magnitud de su impacto en la salud y los ecosistemas, para lograr sus objetivos, el Convenio de Estocolmo establece medidas específicas, incluyendo la eliminación o restricción de la producción y el uso de ciertos productos químicos enumerados en sus anexos. Además, promueve la reducción de emisiones de fuentes no intencionales y la gestión segura de desechos que contienen estos contaminantes. Las partes del convenio también se comprometen a promover estrategias de manejo alternativas y la adopción de mejores tecnologías disponibles para mitigar la liberación de estos contaminantes. El convenio enfatiza la importancia de la cooperación internacional, la transferencia de tecnología, y la asistencia financiera para apoyar a los países en desarrollo en el cumplimiento de sus obligaciones bajo el convenio.
Descripción:
Fecha de inicio: Fecha de fin: NA